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¿Cómo puedo ayudar a los hijos?

Autora: Brigitte Champetier de Ribes

 

       Decía el poeta bengalí Rabindranath Tagore en uno de sus versos que, cuando se rompe un hilo del telar, es necesario revisar todo el telar, e incluso la rueca, y esto es muy cierto cuando se trata de un miembro de la familia, como un hijo. Esta es la mirada sistémica, que con todo el sistema familiar en su rango de visión y en el corazón, nos aporta una comprensión más profunda de la persona, abriéndonos el camino hacia la solución.

Esta mirada ve a la persona con sus padres detrás, sus hermanos, sus  tíos y abuelos, sus bisabuelos… todas aquellas a las que está vinculada, generaciones atrás, desde el comienzo de la vida. Y cuando decimos “vinculada” hablamos de un amor profundo, a menudo inconsciente, por el que la persona toma las bendiciones, los logros de sus ancestros en su ADN, y también las cargas, los traumas y deudas pendientes, que se manifestarán en relaciones difíciles con otros por ejemplo, o en dificultades físicas o mentales, a veces con consecuencias fatales.

«Todos los niños son buenos, y sus padres también» (Bert Hellinger). Todos actúan por amor.

Los niños, por el gran amor que tienen hacia sus padres y todo el sistema familiar, a menudo toman de estos sus cargas y fidelidades, con la frase de fondo de “yo por ti” o “yo como tú”. Una frase que puede tener graves consecuencias para todos. Con esta frase, desde el amor ciego y el pensamiento mágico infantil de que podrá salvar a sus padres, se coloca por encima de sus padres, para hacerse cargo de algo que no le corresponde. 

Una constelación familiar permitirá mostrar la dinámica oculta detrás de la dificultad que nos muestran nuestros hijos y sanarla, es decir sanarnos, pues la dificultad apunta a algo nuestro, de lo que a nosotros, no a nuestros hijos, nos corresponde hacernos cargo.

A través de los síntomas y problemas que presentan los niños, estos miran a los excluidos que los padres no ven, por amor (amor ciego). ¿Por qué no ven los padres a estos excluidos? Los padres también lo hacen por amor, amor ciego. 

Cuando los padres pueden tomar a los excluidos con amor en su corazón (amor iluminado), los niños quedan liberados, pudiendo mostrar cambios espectaculares y a veces bastante rápidos.

“Los hijos son el síntoma de los padres”

Brigitte Champetier de Ribes

Los hijos son la señal para todo padre o madre de que necesitan sanar algo de sí mismos, algo con lo que a menudo ellos también cargan inconscientemente, como hijos. Algo que tomaron a su vez de sus padres, que a su vez lo tomaron de sus padres… en un ciclo de repetición, hasta que alguien por fin se de cuenta y lo finalice, tal como el sistema familiar – todos nuestros ancestros, los vivos y los muertos – necesitan. Nuestro sistema familiar pide y necesita que todos sus descendientes vivan y disfruten de la vida. Como podemos ver tan a menudo en constelaciones: ¡Los muertos necesitan que los vivos vivan!

Todo padre que se constela, se trate de lo que se trate, ayuda y libera a sus hijos

El niño, por amor a sus padres, les dice inconscientemente «yo lo llevo por tí», o incluso «yo muero por tí». De este modo contraviene uno de los órdenes básicos del amor: que los padres dan y los hijos toman, y no al revés. Esta dinámica se manifiesta en diferentes problemas de aprendizaje, fracaso escolar, dificultad para concentrarse, hiperactividad, enfermedades físicas o mentales, pesadillas, comportamientos difíciles, mobbing en el colegio, o siendo víctima de mobbing…

Las constelaciones para ayudar a los niños se hacen con los padres o uno de ellos (los/as abuelos/as también pueden constelar a sus nietos), pero nunca con los niños.

Frase sanadora que podemos decir en voz alta, en meditación, imaginando a nuestro hijo o hija delante: “tú por ti, y nosotros por nosotros“. Y agradecer a nuestro hijo por su gran amor, y a la dificultad por lo que nos ha mostrado.

Por otro lado, no hay hijo que no tenga padre y madre. Somos la fusión de nuestros padres. Necesito sentir a mis padres por igual en mi interior para tener fuerza ante la vida y éxito en lo que emprendo. 

A un hijo le ayudará mucho decirle, en lugar de “mi hijo”, “nuestro hijo“.

También es así al hablar de él con otras personas, pues aunque no esté presente, el hijo lo recibe. 

Esta práctica les sana.

Tal vez nos hayamos separado, o divorciado, pero nuestros hijos continúan teniendo, y necesitando, a los dos. 

En ti honro, respeto y amo a tu padre (aunque ya no esté con él)”, “en ti honro, respeto y amo a tu madre (aunque ya no esté con ella)”.

Cuando los padres constelan dificultades o problemas de sus hijos, es importante que no digan nada a estos últimos: 

“La ayuda buena es silenciosa”

Bert Hellinger

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